Nerviosa, atrevida, alocada, divertida, espontánea...¡¡¡ASÍ SOY YO!!!
Si
echamos la vista atrás y buscamos en nuestro baúl de los recuerdos, una misma
se sorprende de todo lo que ha hecho y ha disfrutado en su niñez sin miedo a la
vergüenza, al ridículo y al que dirán. En más de una ocasión nos hemos llegado
a preguntar” ¿pero cómo pude hacer eso?” y es que, hoy en día, no haríamos ni la
mitad de cosas que hicimos cuando fuimos pequeños, debido a que (la mayoría)
tenemos un gran sentido del ridículo. Nos preocupa más lo que la gente pueda
pensar de nosotros, que lo que podamos disfrutar en ese momento. No somos
capaces de dejar a un lado la vergüenza y aprovechar cada ocasión para saborear
los pequeños placeres de la vida: reír, bailar, saltar, gritar, sentir, acariciar,
amar…
De
pequeña fui una niña muy activa…Demasiado diría yo!! Cualquier actividad que propusieran ya fuera en la
falla, en el cole, en el camping, etc. me apuntaba sin pensármelo. He bailado, he
hecho declamación, he hecho teatro, he tocado en una banda de música, he
practicado gimnasia rítmica, atletismo y balonmano. A pesar de haber realizado
tantas y tantas actividades, me doy
cuenta de que la expresión corporal ha tenido un papel secundario en mi infancia
y adolescencia. Los playbacks, la
música, el teatro y la poesía están estrechamente relacionados con el mundo de
la expresión corporal, y aunque durante muchos años estuve en una compañía de
teatro, en una banda de música, competí en varios concursos de declamación y
bailé hasta aburrir, se puede decir que eran actividades “secundarias”. Mi gran
pasión, desde pequeña, ha sido el balonmano. Casi sin darme cuenta, mi vida, mí
día a día, giraba en torno a este mundo.
Es
curioso e incluso anecdótico, ya que
empecé a practicar este deporte de “rebote”. Con tan sólo cinco años quería jugar
a rugby y mi padre me llevó a un equipo (de los pocos que existían por aquel
entonces), en el cual no me aceptaron por ser chica. Yo salí de aquel club indignadísima.
Pasé los próximos días enfadada, pero empecé a observar que, cada día al salir
del colegio, algunas niñas se quedaban a jugar, a correr detrás de un balón…y
pensé: ¿por qué no probar? De este modo me inicié en el balonmano y en muy poco
tiempo, se convirtió en mi modo de vida.
Conforme
iba creciendo, el balonmano me ocupaba más y más tiempo, así que tuve que ir renunciando
a otras actividades, dejando de hacer teatro, declamación, etc. Si tenía que escoger entre cualquier
actividad y balonmano, siempre me quedaba con lo segundo, así que en muy poco
tiempo, mi vida se redujo a estudiar y a entrenar. Entrenaba 4 días a la semana
(lunes, martes, miércoles y viernes), y todos los sábados tenía partido. La última
actividad a la que renuncié fue la banda de música ya que, por los horarios, me
resultaba más fácil de compaginar, pero llegó un momento que era imposible.
En
mi opinión, hay muchas formas de expresar. Hay quien lo hace bailando,
cantando, escribiendo, actuando, etc. Yo escogí el balonmano. Podría decir que
mi modo de expresarme era jugando. Cuando estaba enfadada, descargaba mi mal
humor y mi rabia en el campo, y eso se notaba en mi manera de jugar. Cuando
estaba triste, me refugiaba en el balonmano. Cuando estaba alegre, lo compartía
con todo el equipo. Cuando necesitaba llorar, descargar tensiones, etc. recurría siempre a este deporte. Cuando tenía algún
problema o algo me preocupaba, iba a entrenar un rato y cuando volvía lo veía
todo diferente. En fin, ha sido y es algo imprescindible para mí, y donde la mayoría
de gente ve en el balonmano tan sólo un deporte, yo encontré mi manera de vivir,
mi manera de expresar.
MARIA ALBERT CASAÑAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario